En este blog pretendo comentar mis lecturas y relecturas, es decir, los libros que he leído más de una vez; los que me han transmitido más de lo que pretendían sus autores; aquellos que han ido desentrañando nuevos significados según la época de la vida en que han pasado por mis momentos de ocio, estudio o trabajo; los que me han hecho desear haberlos vivido; los que me han entristecido, alegrado, excitado, formado y todos los que retengo por motivos que yo misma desconozco, pero que espero descubrir.
Cuento con vosotros para que me ayudéis a desentrañar los adorables enigmas de la literatura.
De entre todos los libros que ha escrito María Dueñas, me gustaría destacar El tiempo entre costuras, porrazones básicamente personales. La mayoría de los lugares geográficos en que sitúa la acción, así como el oficio en el que se desenvuelve la protagonista me son bastante cercanos y, por tanto me he sentido muy identificada con ellos. Aparecen en la novela las ciudades africanas de Tánger y Tetuán, pertenecientes al Protectorado español hasta el año 1956. En cuanto al personaje principal, Sira, entra en contacto con los ambientes más selectos y politizados de la época, gracias a la proximidad que le proporciona su profesión. Modista en la época en que el prêt-à-porter no existía, las clases altas acudían a talleres de confección para satisfacer sus demandas de vestidos y trajes, en función de las exigencias de su vida social. A partir de aquí Sira, más por intuición y casualidad que por convicciones políticas, pasa a formar parte del Servicio de espionaje de inglés, desarrollando en el ámbito de su oficio estrategias originales y exitosas.
La visión que la autora ofrece de la situación política del momento en el Protectorado es parcial y bastante centrada en un sector social determinado, el de las altas esferas, por lo que se echan en falta más referencias a la situación de la población autóctona, tratada casi como elementos de una pintura con sabor local.
En cualquier caso, nos encontramos frente a una novela entretenida y fácil de leer en la que amor, aventuras y acontecimientos históricos son entremezclados con maestría y hace pasar buenos ratos al lector.
Tuve ocasión de asistir a una de las charlas de María Dueñas en torno a sus obras. La mayor parte del tiempo giró en torno a esta novela, por el éxito del libro en cuestión y el de la serie televisiva que hemos tenido ocasión de disfrutar. Aunque dicha serie es bastante fiel a la novela, la autora confesó, ante un público mayoritariamente femenino, que el “asesinato” de uno de los personajes fundamentales, malvado y seductor a partes iguales, constituyó una auténtica sorpresa para ella misma, ya que no se lo habían consultado. Se da la circunstancia además de que dicho personaje vuelve a aparecer en Sira, continuación de la primera, y de forma bastante sustancial, así es que tanto sus lectores como ella misma confiamos en que los guionistas se muestren acertados para devolver a Ramiro Arribas a la trama original y nos deleiten como lo hicieron con la primera serie.
Resulta muy difícil añadir algo más, que sea de interés, a todo lo que ya se ha dicho acerca de la que Flaubert consideraba su gran obra maestra. Así es que yo me limitaré a rogaros, a todos los bovaryanos y a los que más pronto o más tarde caeréis en sus redes, que mantengamos vivo su recuerdo, que no matemos a Emma con la última frase de su autor, que de tanto en tanto sigamos gozando con sus insatisfacciones, deseos, contradicciones y, por supuesto, con las espléndidas imágenes con las que el autor nos regala en todas y cada una de sus páginas.
Por lo que a mí respecta, Madame Bovary es una de aquellas amigas con las que felizmente tropiezo de tarde en tarde, para mantener con ella una larga, gozosa e íntima conversación.
El negus d’Abissínia, únic país cristià al continent africà, ha expulsalt la Companyia de Jesús del seu territori per diferències dogmàtiques irreconciliables. No obstant, el Rei Sol es mostra molt interessat en recuperar les relacions amb aquest país, bàsicament pels guanys derivats del comerç de productes exòtics. L’encarregat d’endegar-ho tot serà el cònsul francès a El Caire, l’atribulat senyor de Maillet, que haurà d’utilitzar totes les seves estratègies diplomàtiques per tal que l’encàrrec del monarca arribi a bon terme. A tal efecte, nomenarà un jove apotecari, inquiet i descregut, Jean-Baptiste Poncet que, juntament amb un membre de la Companyia i un hugonot amic seu, intentaran acomplir la missió encomanada.
El viatge d’anada i tornada, així com les peripècies que trobaran pel camí i l’astúcia que demostrarà aquest jove són el nucli central de la novel.la, així com les “marrades” que haurà de fer per aconseguir els seus propis objectius, derivats de l’amor que en ell desperta la jove filla del cònsul.
El resultat de tot plegat és una excel.lent i divertida novel.la d’aventures que sedueixen el lector des de la primera pàgina. Tot un regal de Jean-Christophe Rufin, que va obtenir el premi Goncourt a la primera novel.la.
Santiago Posteguillo dedica esta trilogía al emperador hispano Trajano.
Asesinado el cruel Domiciano, Trajano ocupará su lugar como emperador romano, desde el 98 hasta el 117 en que muere. Con él, el Imperio Romano alcanza su máxima expansión, aunque no por mucho tiempo. De ello se encargará su sobrino Adriano, que sublevará las regiones ocupadas antes de que su tío regrese triunfante a la capital del Imperio. Las ansias de Trajano por conquistar el mundo y, a la vez, establecer el comercio con el lejano Imperio Han (China), sin intermediarios, no son compartidas por Adriano, que presume las dificultades militares y económicas que supondrían tener que vigilar de cerca las fronteras de tan vasto imperio. A ambos les unió el ansia de poder, pero sus dos visiones distintas e irreconciliables acabaron, como nos tiene acostumbrados la historia de la antigua Roma; el derramamiento de sangre está servido, así como la lección de historia que nos proporciona Posteguillo al adentrarnos en Oriente Próximo, Asia central y la lejana China tras una ardua labor de investigación.
Los personajes reales e inventados, a pesar de ser numerosos, son fáciles de localizar por su persistencia entre dos novelas consecutivas. Algunos, en las tres. A través de ellos, conoceremos los detalles, diferencias y similitudes entre distintos modos de vivir y entender el mundo, aunque con un denominador común: la rudeza de la época que les tocó transitar.
Novelas interesantes, instructivas y adictivas para el lector amante del género.
De manera totalmente fortuita, ha caído en mis manos otra excelente novela de ciencia ficción publicada por Impedimenta. Se trata de Sinsonte, una narración distópica que nos transporta a un futuro en el cual los androides y particularmente uno de ellos llamado Bob Spoffoth, han tomado el poder y reducido a las personas a un estado bastante cercano al vegetativo por medio de las drogas y, sobre todo, teniendo sus necesidades cubiertas. Pero a pesar de todo, son muy infelices y se producen suicidios constantemente, extremo éste también contemplado y asumido por la sociedad.
En contra de lo que pueda parecer, no tener que luchar para ganarse el sustento, la vivienda, las relaciones sexuales o cualquier otra aspiración, las hace bastante inútiles, hasta el punto de que han olvidado, entre otras cosas, algo tan básico y cada vez más menospreciado en nuestra época actual como es la lectura .
Pues bien, es precisamente esta capacidad para leer lo que hará salir de su marasmo a algunos y a partir de aquí sucederán cosas muy interesantes que harán reflexionar al lector sobre nuestro papel en el mundo, el valor de nuestras capacidades, nuestros sentimientos e incluso nuestras frustraciones.
Sinsonte es una reflexión muy acertada sobre nuestra civilización y el papel que nos toca jugar a todos y cada uno de nosotros como dirigentes y responsables del progreso.
Muchos han escrito sobre la Guerra de Troya, de hecho aún se cuestiona que Homero fuese el autor de la Ilíada o de la Odisea. Aún admitiendo esto último, resulta muy creíble que otros antes que él hubieran escrito sus versiones y que los textos homéricos se basasen en ellas. No perdamos de vista que la supuesta Guerra probablemente tuviese lugar entre los siglos XII y XIII a C y que Homero escribiría sus textos alrededor del siglo VIII aC.
Menos cuestionable aún es la dificultad que supone leer ambas obras para un lector poco entrenado en autores clásicos. No obstante, pocos son los que no conozcan las aproximaciones que nos ofrecen las adaptaciones literarias o no hayan visto películas sobre el tema. En ambos casos los desajustes con los textos homéricos son abundantes aunque, y sin faltar a la verdad, en la misma situación debió encontrarse el célebre aedo griego cuando, alrededor de 400 años más tarde del suceso, se decidió a poner sobre el papel el primer gran texto literario de la Antigüedad clásica y del mundo occidental.
Pues bien, Las mil naves constituye en sí misma una aproximación bastante asequible, amena, acertada y original a la historia protagonizada por aqueos y troyanos. Uno de sus aciertos lo constituye el hecho de que los sucesos son narrados por las mujeres que de una u otra manera intervinieron, pocas en primera fila, la mayoría en la retaguardia cuidando a sus hijos, esposos o parientes. Todas ellas nos ofrecen un punto de vista moderno y singular.
Otro elemento interesante de la obra es la lista detallada de personajes y las relaciones entre ellos, dioses incluidos, que van apareciendo a lo largo de la novela. Al fin y al cabo fueron éstos los que dieron lugar a la contienda.
Hay que agradecer a su polifacética autora este acercamiento tan peculiar y asequible al mundo clásico en general y al de la trágica contienda en particular.
En la conmemoración del centenario de la muerte de Emilia Pardo Bazán, la editorial Reino de Cordelia publicó Insolación, una de sus novelas más avanzadas en todo lo que hace referencia a la restrictiva moral burguesa hacia las mujeres, moral transgedida sin pudor por la autora a lo largo de su vida.
La presente edición cuenta con las singulares, abundantes y acertadas ilustraciones de Javier de Juan, que son un ameno complemento durante la lectura.
El argumento es muy sencillo. La marquesa de Andrade, joven viuda, contraviniendo el decoro que debe a su posición y a su sexo, se deja arrastrar por los encantos de un joven y seductor galán que, poco a poco y con su simpática y colorida habla andaluza, va derribando todas sus defensas y prejuicios.
La propia marquesa inicia la narración de sus pesares pero, en la medida en que esta va siendo arrastrada por el galán y perdiendo el control de sus sentimientos, un narrador externo se hace cargo del relato y hace gozar al lector con las descripciones de los sensaciones cambiantes de la protagonista y las contradicciones que todo ello va despertando en su interior.
La descripción de los lugares en que transcurre el relato ayudan también al propósito de su autora, la cual conduce al lector por ambientes bien diferentes. Desde las recatadas viviendas de sus parientas solteronas, pasando por los mundanos salones del Madrid aristocrático para finalmente transportarnos al bullicio y algarabía de que hacen gala las clases populares en el campo durante la verbena del santo.
Insolación es una novela de fácil, placentera y a la vez profunda lectura.
Refinamiento y decadencia a la par pueblan las páginas de esta novela, única en sí misma, ya que representa un nuevo tratamiento del tema del amor a lo largo de la historia de la Literatura. Sus personajes protagonistas (la marquesa de Merteuil y el vizconde de Valmont) no gozan con el amor, sino con las fatales consecuencias que provoca el desamor entre aquellos incautos que caen en sus crueles maquinaciones.
Es a través del género epistolar que conocemos todos los detalles de la acción. De hecho, avisa el editor al principio de la novela que la narración la constituyen una selección de cartas propuesta por el autor. Su estilo es sumamente depurado y nos transporta al refinamiento que se vivía en los salones aristocráticos de la Francia prerrevolucionaria.
Para no faltar a las exigencias de tan ilustrado siglo y teniendo en cuenta también el posicionamiento jacobino de su autor, que lo llevó desde su más que posible guillotinamiento hasta su nombramiento como general de brigada por parte del mismísimo Napoleón, Laclos pretende moralizar mostrando al lector la indolencia y amoralidad en la que vivían los miembros de la aristocracia, parásitos indolentes y enriquecidos que fueron incapaces de ver tanto el daño que hacían entre las clases populares como la inminente caída del antiguo régimen y la entrada de una nueva época. Pero Las amistades peligrosas no constituye en sí misma un relato panfletario a favor de la Revolución Francesa. Antes bien, la crónica de las intrigas que se dan entre sus personajes, así como su lenguaje culto exquisito seducen al lector e inducen a este a sentirse entre los salones y alcobas como si de un invitado más se tratase.
No se trata de una lectura simple y, aunque a veces la cuuriosidad nos tiente y acucie a pasar a la carta siguiente sin haber acabado del todo la anterior, vale la pena mantenerse como personaje y lector de la época para así gozar del detalle y exquisitez propuestos por el autor. La experiencia compensa con creces el supuesto esfuerzo.
Sidi, Ludriq o Cid son algunos de los nombres con los que sus contemporáneos llamaron a Rodrigo Díaz de Vivar, héroe legendario del período de la Reconquista. No obstante, el narrador prefiere el de jefe de la hueste, porque fue ése su cometido, al menos en la época histórica en la que Pérez Reverte centra su relato (finales del siglo XI). El retrato, esquemático por lo demás, que de él obtenemos no se recrea tanto en la persona sino en sus circunstancias, en la época que le tocó vivir y en las decisiones que tomó. Jefe de la hueste, mercenario, soldado de fortuna, el Cid supo en todo momento el lugar que le correspondía y éste varió ostensiblemente al hallarse en la frontera entre los reinos castellanos, los francos y los de taifas que, en el período citado, ocupaban la mayor parte de la Península Ibérica. Aunque nunca perdió de vista que su sitio estaba con el rey Alfonso VI, junto con su hueste sirvió tanto a reyes cristianos como a musulmanes, los cuales son retratados con sus luces y sombras en este libro.
Una narración sencilla y clara a la vez con un protagonista al que hay que imaginar básicamente por sus acciones antes que por lo que el autor nos cuenta de él.
Si os gustan las historias densas, con una trama bien estructurada, una tensión que avanza in crescendo según va desarrollándose la historia y una amplia parte final que os dejará sin aliento, no dejéis de leer este clásico entre los clásicos.
La obra empieza con detalladas descripciones de sus múltiples personajes y escenarios, que no resultan tediosas al lector en la medida que éste va descubriendo individuos y lugares muy concretos, bien delineados y que conforman un complejo entramado social de una localidad española, asturiana para más detalle, de la segunda mitad del siglo XIX.
Los críticos han remarcado paralelismos entre su protagonista, Ana Ozores, y otros personajes femeninos de la novela naturalista del XIX, Madame Bovary y Ana Karenina, pero el desarrollo del personaje de Clarín, a pesar de estar tan desengañado del mundo como los de Zola o Tólstoi , no llega a tener un desenlace tan trágico. Ana siente una gran frustración al estar casada con un hombre mucho mayor que ella y que no la satisface e intentará canalizar su insatisfacción a través del sentimiento religioso, pero le va a resultar muy difícil resistirse a los embites del crápula don Álvaro de Mesía.
No resulta Ana Ozores una protagonista absorbente o que ensombrezca a los demás personajes. En este sentido, destaca el Magistral, don Fermín de Pas, cuyas contradicciones son infinitas al resultarle muy complicado equilibrar al hombre interior con el clérigo que aparece ante el mundo. Cabe destacar entre todos los demás al marido de Ana, don Víctor Quintanar, regente jubilado y amante del teatro de Calderón, la caza con su amigo Frígilis y su Anita, a la que quiere com una padre a su hija. Alrededor de todos ellos, las envidias, los celos, las apariencias irán tejiendo una tela de araña que los atrapará y de la que no podrán escapar.
La Regenta es una obra apasionante y magistralmente escrita que sigue mereciendo todo nuestro respeto y admiración.